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jueves, 10 de mayo de 2012

las adicciones: un problema de salud para nuestras familias

Actualmente el acceso y difusión de la información sobre la prevención de adicciones se ha convertido en una de las principales prioridades para los gobiernos y una de las necesidad para los jóvenes, ya que son ellos, los que se encuentran más vulnerables y son los principales consumidores.
El presente análisis es muy importante ya si queremos poner remedios eficaces a los problemas que enfrenta la población en cuanto adicciones, tenemos que conocer las causas que propician el consumo, la población que está siendo más vulnerable, las drogas que más se consumen, las edades en las que inicia mayormente el consumo y la percepción que tiene la sociedad tanto sobre las campañas que se realizan para combatir estas situaciones como de la misma enfermedad de la adicción. Las consecuencias del abuso de cualquier sustancia adictiva se refleja y causa estragos en la familia, por lo que también comentaremos la forma en la que la familia se ve afectada por la adicción de algún miembro.

Es importante señalar que toda la información que se presenta en este trabajo está basada en la Encuesta Nacional de Adicciones 2008, y las partes que se encuentran sombreadas o de un color mas obscuro se refieren a reflexiones y conclusiones que sobre los resultados voy planteando.

Iniciaremos el presente trabajo diferenciando las sustancias adictivas en dos tipos:

Las legales: Café, tabaco, el alcohol.

Las ilegales: son todas aquellas sustancias que tienen efectos a nivel conductual, perceptual, y emocional en el individuo que las consume y están prohibidas por la ley.

El abuso/dependencia es un patrón de consumo desadaptativo que lleva a un deterioro o malestar clínicamente significativo expresado por la presencia de tres o más síntomas: tolerancia; abstinencia; uso en mayor cantidad o tiempo de lo deseado; deseo persistente por consumir; empleo de mucho tiempo para conseguir la droga o recuperarse de sus efectos; reducción de actividades sociales, laborales o recreativas por causa del consumo, y uso continuado a pesar de tener conciencia del daño que se asocia con el consumo.[1]

El abuso implica un patrón no adaptativo de consumo, en personas sin dependencia, que conlleva un deterioro o malestar clínicamente significativo, expresado por uno o más problemas (consumo recurrente que da lugar al incumplimiento de obligaciones en el trabajo, la escuela o la casa; consumo en situaciones en las que hacerlo es físicamente peligroso; problemas legales relacionados con el alcohol; consumo continuado, a pesar de tener problemas sociales continuos o recurrentes, o problemas interpersonales causados o exacerbados por los efectos de la sustancia.[2]

En las definiciones tanto de abuso como de dependencia citadas anteriormente se ve muy claramente el problema que conllevan las adicciones. La adicción a una sustancia como las drogas destruye a la persona y destruye el entorno que le rodea. Se dice que el adicto es como un torbellino que destruye todo a su paso, esto es verdad y es por esto que es vital para la sociedad prevenir esta enfermedad.

Tabaco

El consumo de tabaco, más que ser un problema en sí mismo, está asociado con enfermedades crónico degenerativas que tienen un costo elevado tanto para los servicios de salud como para el paciente y sus familiares. Un factor importante es la edad de inicio de consumo diario, situación que ayuda a analizar el nivel de dependencia que se puede crear así como el posible consumo de otras drogas.
Para caracterizar a la población mexicana con respecto al consumo de tabaco, se utilizaron las siguientes definiciones:
Fumador activo: persona que contestó haber fumado alguna vez en la vida y haber fumado durante el último año.
Ex fumador: persona que contestó haber fumado alguna vez en la vida y haber dejado de fumar hace más de un año
Nunca ha fumado: persona que contestó no haber fumado en la vida
Nacional
Con estas definiciones, en el ámbito nacional entre la población de 12 a 65 años se encontró́ que 18.5% corresponde a fumadores activos, lo cual representa cerca de 14 millones de mexicanos fumadores; 17.1% corresponde a ex fumadores y 64.4% no había fumado. El consumo de tabaco en los hombres fue de 27.8% y de 9.9% en las mujeres. Cuando se compara por grupo de edad, 8.8% de los adolescentes y 20.6% de los adultos respondieron haber fumado durante el último año.

En el ámbito nacional, los fumadores activos fuman siete cigarrillos al día en promedio; los adolescentes, cinco cigarrillos y los adultos, siete.  La duración promedio del hábito de fumar diariamente en los adolescentes (12 – 17 años) fue de 2.2 años y de 11.4 años en los adultos (18 – 65 años). El 85.3% de los fumadores activos consume menos de 16 cigarrillos al día; 11.7%, de 16 a 25 cigarrillos, y cerca de 3%, más de 25 cigarrillos.

Las principales razones por las que los ex fumadores dejaron de fumar incluyeron: por conciencia del daño a la salud (38.3%) y por haberse hartado de fumar (18.4%)

En el ámbito nacional, 23.3%, cerca de 11 millones, de los mexicanos que nunca han fumado informó estar expuesto al humo del tabaco: 25.5% de los hombres y 22% de las mujeres. El 27.3% de los adolescentes y 22% de los adultos informaron estar expuestos al humo del tabaco.

La  edad promedio de consumo de tabaco por primera vez fue de 17.1 años. En la población adolescente fue de 13.7 años y en la adulta de 17.4 años

Las dos razones más importantes para el inicio del consumo de tabaco fueron la curiosidad y la convivencia con fumadores.

El tabaco es considerado una droga legal, permitida y hasta hace poco socialmente aceptada. En la actualidad cada vez se hace mayor la conciencia del daño que provoca no sólo a los que son fumadores sino a los fumadores pasivos, aquellos que no fuman pero quedan expuestos al humo del cigarro del fumador, por lo que se han ido restringiendo las áreas para uso del tabaco.
En este caso, casi siempre los más afectados son los miembros de la familia del fumador y no es inusual encontrar casos de enfisema pulmonar, cáncer o problemas respiratorios en los hijos de los fumadores. Así mismo es importante hacer conciencia de los enormes riesgos y daños en la salud reales de los que son objeto los bebés de las mujeres que fuman durante el embarazo.

Drogas

El consumo de drogas ilegales y médicas en la población rural y urbana de entre 12 y 65 años de edad ha aumentado de un 5% observado en 2002 a un 5.7% en este periodo.

Las drogas ilegales (mariguana, cocaína y sus derivados, heroína, metanfetaminas, alucinógenos, inhalables y otras drogas) aumentaron de 4.6 a 5.2%; el consumo de drogas médicas con potencial adictivo, usadas fuera de prescripción, mantuvieron los niveles.

La mariguana y la cocaína son las sustancias preferidas por la población. El consumo de la primera aumentó de 3.5 a 4.2%; el aumento en el consumo de la segunda fue mayor: pasó de 1.2% en 2002 a 2.4% en 2008, es decir, que se duplicó entre ambas mediciones.

La mariguana ha ocupado los primeros lugares de preferencia entre la población desde la primera encuesta nacional de 1988. La cocaína ha mostrado variaciones importantes y desplaza a los inhalables en las preferencias de la población.
El consumo de otras drogas muestra índices muy inferiores. Sin embargo, también ocurren incrementos importantes, como en el caso del crack y las metanfetaminas, cuyo consumo aumentó seis veces. En contraste, el crecimiento de los alucinógenos no es significativo, mientras que los inhalables, que habían mostrado una tendencia hacia el decremento, vuelven a repuntar.

En relación con las drogas médicas, los hombres presentan un mayor consumo que las mujeres. Ambos grupos prefieren los tranquilizantes y a continuación, las anfetaminas


Percepción sobre la adicción.

La forma en que la población percibe a las personas con dependencia es la siguiente:
Ø  Más de la mitad (58.5%) de los encuestados consideró que los adictos son personas enfermas,
Ø  60.4% estuvo de acuerdo en que necesitan ayuda,
Ø  Una tercera parte los considera personas débiles (30.6%),
Ø  19.1% los percibe como delincuentes.

En general, existe una percepción dividida sobre la consideración de que la adicción es una enfermedad: la mitad de la población la considera como tal, mientras que la otra mitad no la percibe así́. Existe un poco más de consenso, pero no suficiente, sobre la idea de que los adictos no son personas débiles, y el consenso es mayor sobre el hecho de que los adictos no son delincuentes, ya que 80% de la población no contestó afirmativamente a esta opción.
La percepción que tienen las personas sobre la adicción es muy importante, dado que si considera la adicción como una enfermedad, se buscará ayuda y líneas de apoyo mientras que si a los adictos se les considera débiles o delincuentes, se les estigmatiza, no se busca el apoyo que ciertamente necesitan, se les aísla y esto agudiza más la enfermedad.
A nivel gobierno, conocer la percepción de la sociedad hacia la adicción, es muy importante ya que revela la necesidad de hacer campañas para que la población comprenda las bases neurobiológicas que sustentan que las adicciones son una enfermedad, con el fin de que las personas con dependencia puedan acercarse a un tratamiento.
En la encuesta también se indagó la percepción de la población sobre el riesgo adictivo de diferentes sustancias y el mayor consenso sobre el potencial adictivo de las drogas se observó para la mariguana (80.3%) y para la cocaína (75.8%); les sigue en importancia el alcohol (71.2%). Menor consenso se observó para el tabaco (66.4%), la heroína (60.3%), los inhalables (56.2%) y los alucinógenos (51.8%).
Estos datos señalan la necesidad de reforzar el conocimiento de la población, haciendo énfasis en los más jóvenes, sobre los mecanismos de la adicción y el potencial de daño asociados con las diferentes sustancias. Especial atención merecen el tabaco, los inhalables y la heroína.
En relación con la percepción sobre las mejores opciones para rehabilitar a los adictos. Se encontró́ que sólo una proporción muy pequeña de la población considera la cárcel como una opción (2.1%) o considera que pueden curarse por su propia cuenta (7.2%). Sin embargo, 50.2% piensa que se les debe enviar a granjas para adictos lejos de la ciudad, lo cual indica nuevamente la existencia de estigmatización.

Los resultados refuerzan el hecho de que los programas de promoción de la salud deben de transmitir conocimiento que oriente hacia estilos de vida saludables y que reduzca la estigmatización. Se requiere de una mejor traducción de los hallazgos científicos –que han dilucidado los mecanismos neurobiológicos del proceso adictivo, las similitudes y diferencias entre diferentes sustancias y lo que significa ser un adicto– para permitir una mejor conceptualización de los beneficios del tratamiento, que redunde en mejores prácticas en la búsqueda de atención.

Factores de inicio.

La encuesta evaluó́ el consumo en el entorno de los individuos en muestra. Se encontró́ que una proporción importante notificó problemas de consumo de alcohol en el padre (22%), y de consumo de drogas en el mejor amigo (12.9%) y en algún miembro de la familia (6.5%); 2 de cada 100 notificaron sobre un problema de consumo de alcohol en la madre.
De aquí se desprende que el consumo en la familia y en el entorno inmediato, particularmente de alcohol, dada su frecuencia, constituye un factor de riesgo importante, para la oportunidad de usar y para el uso de drogas o alcohol, por lo que es importante que los programas de prevención incluyan a la familia y que se refuercen los programas encaminados a lograr que las personas con problemas en el consumo de alcohol se acerquen a tratamiento.

Para que un adolescente o joven se involucre con drogas debe encontrar una oportunidad para usarlas. Entender cómo se da la progresión desde que se le ofrece al individuo la oportunidad de uso hasta que desarrolla la adicción es crucial para el diseño de programas de intervención que permitan incidir en cada una de las etapas y así reducir la probabilidad de ocurrencia.

Aproximadamente una de cada cinco personas (17.7%) de entre 12 y 65 años de edad que habita en zonas rurales y urbanas del país informó haber estado en una situación en la que le ofrecieron drogas. Resultó que la mariguana es la droga a la que la población se encuentra más expuesta.
Es importante definir la manera en que se presenta el consumo, dada la oportunidad de usar drogas; a esto se le llama prevalencia condicionada. Los datos indican que, si bien más hombres (9.1%) que mujeres (2.6%) han usado drogas, esto se debe principalmente a que han tenido más oportunidades de hacerlo.
Cuando se controla la exposición a las drogas, las diferencias en el consumo entre hombres y mujeres, desaparecen. Alrededor de la mitad de quienes han estado expuestos a la venta o compra de mariguana u otras drogas la ha consumido.
 Una vez expuestos ambos sexos tienen la misma probabilidad de progresar al uso  y a la dependencia.
Los adolescentes están en mayor riesgo que las personas mayores de edad porque el cerebro de los adolescentes está menos desarrollado, precisamente en las áreas que se asocian con la toma de decisiones, y es por ello que tendrían más propensión a tomar riesgos. Su condición de adolescentes les permite cuestionar el mundo de los adultos y, en este sentido, son una promesa de cambio social. Sin embargo, enfrentan también importantes riesgos que obligan a pensar en mecanismos para protegerlos de los daños potenciales a la salud durante este periodo de sus vidas.
Los datos de la encuesta indican que los adolescentes de entre 12 y 17 años tienen más probabilidad de usar drogas cuando están expuestos a la oportunidad de hacerlo que quienes ya han alcanzado la mayoría de edad. Además, presentan 69 veces más probabilidad de usar mariguana cuando se la ofrecen regalada.
Los adolescentes también progresan en mayor proporción hacia la dependencia.
Es por esto que los esfuerzos preventivos deben de orientarse a reducir la probabilidad de que los adolescentes  estén expuestos al uso de drogas.
Las generaciones actuales presentan mayor accesibilidad a las drogas, mayor consumo y mayor probabilidad de progresar del abuso a la dependencia que las generaciones anteriores.

Factores que rodean el inicio.


La edad de inicio para el consumo de drogas es típicamente temprana: la mitad de los usuarios de mariguana (55.7%) se inicia antes de la mayoría de edad. La edad de inicio de la cocaína es más tardía: sólo 36.4% la había usado por primera vez antes de los 18 años; esto se observó para 50.8% de los usuarios de drogas. En total, 89.7% de los usuarios de drogas lo habría hecho antes de cumplir los 26 años (figura 22).
Con base en la edad de inicio, se encontraron dos grupos de drogas: aquellas con un inicio más temprano (anterior a los 18 años) y aquellas con un inicio en la edad adulta. En el primer grupo encontramos los sedantes (50.9% de quienes informaron haber usado estos medicamentos fuera de prescripción médica lo hicieron por primera vez en la adolescencia), la mariguana (55.7%), los inhalables (63.3%), y las metanfetaminas (46.5%).
En el segundo grupo encontramos los estimulantes usados fuera de prescripción cuyo uso inicia más frecuentemente entre los 18 y los 25 años (35.9%). A esta edad también se suele iniciar el uso de cocaína (48.5%), alucinógenos (53.1%), y heroína (45.7%). Cabe mencionar que alrededor de la misma proporción de las personas que notificaron sobre el uso de crack, habían iniciado antes de los 18 años (42.2%) y después de esta edad, entre los 18 y 25 años (41.9%).
Solamente 6.9% de los usuarios informó haberse iniciado en el uso de drogas entre los 26 y los 34 años, y 3.3% después de esta edad. Las drogas médicas usadas fuera de prescripción y la heroína mostraron índices de inicio relativamente más elevados que otras drogas.
El consumo de los tranquilizantes, la mariguana, los inhalables,
y las metanfetaminas se inicia con más frecuencia en la adolescencia. En total, 89.8% de los usuarios habrá́ iniciado el consumo antes de cumplir los 26 años.
Esto señala el grupo en que deben de concentrarse los esfuerzos preventivos.

Los resultados confirman que un inicio del consumo de tabaco y de alcohol anterior de los 18 años incrementa la probabilidad de usar otras drogas. Reforzar las medidas que limitan el acceso a tabaco y alcohol para los menores de edad tiene un impacto importante en la reducción de la probabilidad de uso de otras drogas.
Los datos de la encuesta también permiten conocer algunas características de las personas que consumen drogas. Los resultados indican que es 4.5 veces más probable que una persona se involucre en el consumo de las drogas si su papá o hermanos usan drogas; sin embargo, la probabilidad se incrementa hasta 10.4 veces si quien las usa es el mejor amigo (figura 25).
El consumo en el entorno es el factor de riesgo más importante para el inicio en el consumo de drogas.

Personas que no consumen drogas.

Ante el aumento en la disponibilidad y el riesgo de usar drogas, cabe preguntarse quiénes son los que no están expuestos o, estando expuestos a la oportunidad de usar drogas, no las consumen.
La exposición a drogas es menor si se está́ en la escuela: a 12.2% de quienes tienen entre 12 y 25 años y son estudiantes le han ofrecido mariguana regalada; esto le ocurre a 19.1 de quienes ya están fuera de la escuela. Además, en quienes están estudiando es menos probable que haya un progreso de la oportunidad al uso y de la experimentación al uso continuado.
La misma situación se observa en relación con la familia: a 85% de quienes viven en familia, incluida la uniparental, no le han ofrecido drogas regaladas, mientras que esto le ha ocurrido a 80% de quienes no viven en familia. Además, es menos probable la progresión, experimentación y el uso regular cuando se está́ en familia.
Los programas de prevención deben incluir mecanismos para ampliar la cobertura educativa y retener a los jóvenes en el sistema, reforzar las familias y dar atención especial a los adolescentes y jóvenes que no viven con su familia.
Los datos del estudio indican que quienes no fuman o no beben alcohol presentan una prevalencia muy baja de consumo de drogas.

Menos del 7% de quienes empiezan a fumar o a beber después de los 18 años usa drogas. Los programas que limitan la exposición al tabaco y al alcohol en menores de edad tienen un potencial importante para la prevención del inicio del consumo de drogas.

El inicio temprano del consumo de alcohol y tabaco incrementa la probabilidad de usar otras drogas. Por lo tanto, es necesario continuar con las campañas que limitan el acceso de los menores de edad al tabaco y reforzar los programas de prevención de abuso de alcohol en este grupo.


Alcohol

La población mexicana no bebe diario o casi diario:

 8 de cada 1 000 personas informaron consumir todos los días, en una proporción de 7.5 hombres por cada mujer. Este tipo de consumo aumenta con la edad; por ejemplo, es 3.4 veces más frecuente en hombres mayores de 50 años que en aquellos que tienen entre 18 y 29.

La cerveza es la bebida de preferencia de la población mexicana. Le siguen los destilados y en una proporción significativamente menor, el vino de mesa y las bebidas preparadas.

En los adolescentes, el orden de preferencia cambia, ya que prefieren bebidas preparadas más que el vino.

Las cifras de consumo por tipo de bebida varían según los grupos de edad:

El consumo de aguardiente y alcohol de 96° aumenta con la edad.
El mayor consumo de cerveza, de destilados, de vino y de bebidas preparadas ocurre entre los 18 y los 29 años.
El gusto por las bebidas preparadas disminuye en forma importante después de los 29 años.

El patrón de consumo típico es de grandes cantidades por ocasión de consumo. En total, casi 27 millones de mexicanos (26 828 893) entre 12 y 65 años beben con este patrón y presentan frecuencias de consumo que oscilan entre menos de una vez al mes y diario.

Esto significa que, aunque beban con poca frecuencia, cuando lo hacen ingieren grandes cantidades. Casi 4 millones (3 986 461) beben grandes cantidades una vez a la semana o con mayor frecuencia.

El consumo consuetudinario es más frecuente entre hombres que entre mujeres, en una
proporción de 5.8 hombres por cada mujer.

Tanto en hombres como en mujeres, el grupo de edad que muestra los niveles más altos
de consumo es el de 18 a 29 años. Los niveles descienden después conforme aumenta la edad.

La proporción de la población que presenta abuso/dependencia al alcohol es muy elevada.
Poco más de cuatro millones de mexicanos (4 168 063) cumple con los criterios para este
trastorno; de éstos, tres y medio millones (3 497 946) son hombres y poco más de medio
millón (670 117) son mujeres.

Esta forma de beber se asocia con una proporción importante de problemas:
-Las dificultades más frecuentes ocurren con la familia (10.8%)
-A continuación aparecen las peleas (6%).
-Los problemas con la policía son menos frecuentes (3.7%), pero en una proporción importante (41.3%) se encontraron personas que fueron detenidas bajo los efectos del alcohol.
-Los problemas laborales no son muy comunes (3.7%)
-y en una proporción aun menor los problemas derivaron en la pérdida del empleo o en la posibilidad de perderlo (1.4%).

Los problemas con la familia son más frecuentes en los hombres, especialmente entre
los mayores de edad (3.8 hombres por cada mujer ). Entre los adolescentes, estas diferencias son menos marcadas (1.3 hombres por cada mujer). Más mujeres adolescentes (7.8%) que mujeres adultas (3.9%) informaron haber tenido problemas con la familia.
Como era de esperarse, la población que calificó para el trastorno abuso/dependencia tiene más problemas que aquella que no presenta este problema.

Los datos sobre consumo de alcohol que se desprenden de esta encuesta indican que el consumo diario se mantiene como una práctica poco frecuente en el país. Beber grandes cantidades de alcohol por ocasión de consumo continúa siendo común en nuestra población.
También resulta evidente que los adolescentes están copiando los modelos de los adultos
y que una proporción importante presenta problemas con su manera de beber. Sobresale el aumento del consumo entre las mujeres adolescentes.
Una proporción significativa de la población requiere tratamiento y una aun mayor necesita educación para aprender a moderar el consumo de alcohol y evitar los periodos de consumo excesivo que se asocian con altos niveles de problemas.
Existen variaciones nacionales interesantes que señalan la importancia de orientar los servicios para las diferentes poblaciones de acuerdo con sus necesidades.

CONCLUSIONES:

Hoy día el consumo inadecuado y en exceso de cualquier sustancia, incluso de aquellas que son benéficas para la salud, termina causando daños serios a la salud.

La adicción al tabaco, al alcohol y a otras drogas no sólo daña la salud de quien las consume; afecta directa o indirectamente a todas las personas que rodean al adicto y nos afecta a todos como sociedad.

Anteriormente señale que un adicto es similar a un torbellino: destruye todo lo que encuentra a su paso:
Individualmente hablando una persona que ya tiene una dependencia a alguna droga y la consume tiene muy altas probabilidades de dañar órganos como pulmones, hígado, sistema reproductivo, corazón y el daño al cerebro es un hecho. Dicen que “todas las decisión es que tomamos afectan a los demás” y la adicción no es la excepción y nos afecta a todos, por ejemplo: parte de nuestros impuestos, que quizá iban ser destinados a la creación de más aéreas de esparcimiento familiar o a la educación, tendrán que ser usados para sanar o rehabilitar a estas personas. La adicción esclaviza y aisla ya que gradualmente va destruyendo todas las relaciones y atacando todas las esferas (laboral, familiar, social) de la vida del adicto.

A nivel familiar la adicción también daña muchísimo ya que existe una alta probabilidad de que los hijos de los adictos desarrollen también una adicción, esto por la situación que a los hijos les toca ver y vivir, porque existe una mayor disponibilidad  y exposición a la sustancia (la tienen mas o menos a la mano) y por genética.
Las adicciones destruyen a la familia porque el adicto, a consecuencia de su enfermedad, se desentiende de sus responsabilidades, rompe promesas, miente, roba… enferma a toda la familia. Se ha visto que en el 50% de los casos de violencia doméstica está involucrado el alcohol o la droga[3].
Socialmente hablando la adicción es una amenaza para todos pero sobre todo para nuestros jóvenes que son los mayores consumidores y con la sustancia en la sangre ponen no sólo sus vidas en alto riesgo, sino que nos exponen a todos ya que no sabemos si el joven que sale del antro súper alcoholizado pueda ser el que atropelle, el que choque o el que cometa un acto de criminalidad contra nosotros o lo peor aún, contra algún hijo nuestro.

Lo expuesto anteriormente son sólo algunos de los muchos daños y riesgos que generan las adicciones y que nos deben mover a hacer algo: como padres, no podemos seguir siendo permisivos, nuestros hijos no necesitan más amigos, necesitan padres que cumplan adecuadamente con su labor porque está claro que si los jóvenes son los principales consumidores de todo es porque no estamos vigilando, porque les estamos dando una libertad que aun no pueden manejar y porque se les está “soltando” más dinero del que necesitan ya que si un joven trae mucho dinero y se lo está gastando en fiestas ciertamente no es porque lo trabajó porque de haberlo hecho no lo derrocharía así.

También es cierto que esta labor no corresponde solamente a la familia, existe mucha desinformación, los programas de prevención están siendo insuficientes y las normas al respecto no se están acatando como es debido.




[1] Encuesta Nacional de Adicciones 2008.
[2] Encuesta Nacional de Adicciones 2008.
[3] Parejas en situaciones especiales, Jose Navarro Góngora, ed. Paidós pag.45.

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