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jueves, 10 de mayo de 2012

analisis de la carta a las familias, Juan Pablo II

Sin duda alguna, puedo decir que Juan Pablo II fue un papa muy conocido y muy querido pero también muy poco leído; fue un papa que escribió muchísimo sobre todos los temas, pero es poco lo que la gente sabe de sus enseñanzas. Leer a Juan Pablo II no es fácil, pero la dificultad no debe ser un impedimento ya que cuando uno lee sus escritos se puede dar cuenta que este hombre quería dejar ante todo muy claro que la Iglesia no es ajena a los problemas que enfrenta día a día la humanidad y menos es ajena a las inquietudes del corazón humano, la Iglesia quiere ser una compañera del hombre, de la familia, de las sociedades.
En la Carta a las Familias, Juan Pablo II continúa con esa profunda reflexión bíblica del significado de la encarnación de la persona humana, particularmente en lo que concierne a su creación como hombre y mujer, el llamado a ser una sola carne, y la vocación al amor, todo esto en el lugar idóneo que es la familia.
A continuación tratare de exponer en forma breve los principales argumentos que se expresan en este valiosísimo documento, mismos que dejan en claro el valor de la familia y su importancia en la vida de las personas, de la necesidad que tiene el mundo de familias coherentes para que los que crezcan en ellas emprendan sin incertidumbres el camino del bien, gravado desde siempre en sus corazones.
Juan Pablo II reconoce que en nuestros días se intenta presentar como regulares y atractivas, situaciones que no lo son, ya que tales situaciones contradicen la verdad y el amor que deben inspirar la recíproca relación entre hombre y mujer, y por tanto son causa de tensiones y divisiones en la familia, con graves consecuencias especialmente sobre los hijos.
El modelo originario de familia hay que buscarlo en Dios mismo y en el misterio trinitario. El “nosotros” divino constituye el modelo eterno del nosotros humano.
La Carta a las Familias es un llamado a recordar la vocación que tienen estas y sobre todo la vocación que tiene cada persona: la persona ha sido creada por Dios por amor, la persona, el ser humano es el único ser al que Dios amo primero y lo amo por sí mismo, he aquí el origen de su dignidad, y es por esto que la persona no puede ni debe ser usada nunca como medio, la persona fue creada para Dios, bien lo dice San Agustín “nuestro corazón esta inquieto hasta que descansa en ti”.
La familia es una comunidad de personas que viven en comunión. Solo las personas son capaces de vivir en comunión fundada en el amor y la verdad. Dios entra en la historia de la humanidad a través de una familia. La familia se constituye mediante el matrimonio, alianza por la cual el hombre y la mujer se entregan y aceptan mutuamente de manera que ya no son dos sino una sola carne.
El hombre no puede encontrarse a si mismo plenamente sino en la entrega sincera de si mismo al otro. Amar significa dar y recibir, lo que no se puede comprar ni vender sino solo regalar libre y recíprocamente. La entrega exige ser duradera e irrevocable. La indisolubilidad del matrimonio deriva de la esencia de esa entrega, la persona a la persona. “me entrego a ti y prometo serte fiel todos los días de mi vida”.
Ser padres es el evento por medio del cual la familia constituida por el matrimonio se realiza en sentido pleno y específico. La comunión de los cónyuges da origen a una nueva persona, asi como el amor de Dios Padre y Dios Hijo da lugar al Espíritu Santo.
Ser padres por tanto, conlleva cooperar con el Creador dando vida, porque en la paternidad y maternidad humanas Dios mismo esta presente. En el recién nacido se realiza el bien común de la familia.
Así Dios confía al hombre a la familia y a la sociedad, los padres, ante un nuevo hijo tienen o debieran tener conciencia de que Dios ama a este hombre por si mismo. Cada hijo es un don.
Desafortunadamente el nacimiento de un ser humano parece a veces un simple dato estadístico y los padres, por todas las dificultades que conlleva se ven tentados a no desear otros hijos. Para muchos padres un hijo viene a ocupar un espacio, a recibir y no a dar nada, ¿realmente un hijo no aporta nada? Cada hijo es un bien común, para la familia y para la sociedad y tiene derecho a la propia afirmación debido a su dignidad humana y es la familia el lugar donde el hombre puede vivir por si mismo a través de la entrega de sí. La familia es el santuario de la vida.
La paternidad y maternidad se refieren directamente al momento en que el hombre y la mujer uniéndose en una sola carne pueden convertirse en padres. Las dos dimensiones de la unión conyugal, la unitiva y la procreativa no pueden separarse artificialmente sin alterar la verdad del mismo acto conyugal.
La lógica de la entrega total implica la potencial apertura a la procreación y aunque es cierto que la unión con fines de procreación no es la única finalidad de la entrega, si debe garantizarse la intima verdad de tal entrega. Como dije antes, las personas no deben ser consideradas nunca un medio para alcanzar un fin y menos un medio de placer.
La familia constituye la base de la civilización del amor: Cristo manifiesta plenamente el hombre al hombre y le descubre la grandeza de su vocación.
Hoy día enfrentamos una crisis de la verdad, crisis de los conceptos ya que el desarrollo de la civilización contemporánea esta vinculado a un progreso científico y tecnológico que se verifica de manera muchas veces unilateral presentando como consecuencia características positivistas que generan a su vez agnosticismo y utilitarismo: usar y disfrutar de las personas como si fueran cosas y donde la mujer puede llegar a ser un objeto para el hombre, los hijos un obstáculo para los padres y la familia una institución que dificulta la libertad de sus miembros.
En semejante situación la familia se siente amenazada porque esta siendo acechada en sus mismos fundamentos. Lo que es contrario a la civilización del amor es contrario a la verdad del hombre, no le permite encontrarse a si mismo ni sentirse seguro como esposo, padre o hijo. Un amor donde no hay verdad es reducido solo a la satisfacción de la concupiscencia, a un recíproco uso del hombre y la mujer y hace a las personas esclavas de sus debilidades.
El amor ciertamente es exigente y aquí radica su belleza, porque busca y crea el bien de las personas y las comunidades. Lo crea y lo da a los demás. Solo quien en nombre del amor sabe ser exigente consigo mismo, puede exigir amor de los demás. El amor todo lo cree, todo lo espera y todo lo soporta.
La persona se realiza también mediante el ejercicio de la libertad en la verdad entendiendo la libertad como la entrega de uno mismo. En esta libertad podemos entender porque el individualismo y el personalismo son tan contrarios.
En el individualismo el ser humano hace uso de su libertad haciendo lo que quiere y estableciendo el mismo la verdad según le convenga. Es egocéntrico y egoísta.
El personalismo por el contrario es altruista, mueve a la persona a entregarse a los demás y a encontrar gozo en ello.
El proyecto del utilitarismo basado en la libertad sin responsabilidad constituye la antítesis del amor y una amenaza para la familia.
Juan Pablo II en esta Carta a las Familias pone de relieve la importancia del respeto y la honra tanto de hijos a padres como de padres a hijos, esto como una señal de entrega y amor y como un medio para mantener la cohesion interna de la familia.
La educación es otro tema de vital importancia, ya que debe ser la familia la principal educadora, deben ser los padres los primeros y principales educadores de los hijos y aunque aquí entra el tema de la subsidiariedad por parte de las autoridades y medios competentes, estos por ningún motivo podrán nunca suplir la labor que a los padres compete por el simple hecho de ser padres.
Por ultimo, Juan Pablo II reconoce la importancia de que la familia sea considerada también como una entidad, como una sociedad primordial y soberana que no es solo la suma de individuos sino como una comunidad. Es necesario que los gobiernos reconozcan la soberanía de la familia y no intervengan en temas que le competen solamente a esta, como lo es la decisión de los padres sobre cuantos hijos tener y sobre cómo educarlos.
CRITICA PERSONAL.-
Esta Carta a las Familias resume las enseñanzas de Juan Pablo II conocidas como la Teología del cuerpo y que para mi es de las enseñanzas mas valiosas y hermosas que nos pudo dar este hombre.
Creo que muchos de los problemas que enfrenta hoy el ser humano y que repercuten en la familia se deben a que el hombre no sabe quien es, no puede dar respuesta a muchas de sus preguntas existenciales; se encuentra sumido en una confusión de conceptos y falsas verdades que termina aceptando como verdad, argumentos que son falsos y viendo como normales, situaciones que son por demás irregulares.
Creo que si hoy queremos saber que es lo mas valioso, basta ver que es lo mas atacado: la vida, la persona: sobre todo la mujer, el amor y la familia.
Considero que estas enseñanzas, contenidas de forma breve y clara en esta carta, son el antídoto contra toda la falsedad que recibimos hoy.
El hombre es digno y valioso no por lo que puede producir sino por el simple hecho de que a esta criatura Dios la amo primero y la amo por si misma.
La principal vocación del hombre es el amor, el hombre solo se realiza al darse, en la entrega total, libre, fiel y fecunda al otro y es en el abrazo y en la alianza esponsal dentro del matrimonio donde esta entrega se puede realizar plenamente ya que en cualquier otra situación, se miente con el cuerpo. Solo dentro del matrimonio la entrega puede ser total, libre, fiel y fecunda,
La familia es el santuario de la vida, todos llegamos al mundo por medio de una familia y es el lugar idóneo donde el hombre aprende los valores y las principales enseñanzas, es el lugar idóneo donde se aprende a ser persona.
Juan Pablo II hace un fuerte llamado a la familia y le pide ante todo que sea lo que esta llamada a ser, pide que no tengamos miedo y que nos apoyemos ante todo en la oración ya que el poder del amor es mas fuerte que cualquier otra fuerza y nuestro Dios es un Dios de amor.
Frases:
El hombre no puede encontrarse plenamente a si mismo sino en la entrega sincera de si mismo,
Estamos llamados a la vida en la verdad y en el amor.
La oración hace que el hijo de Dios habite entre nosotros
Seguir el impulso afectivo de un amor libre de condicionamientos hace al hombre esclavo de aquellos instintos humanos.
La educación es ante todo una dádiva de humanidad por parte de ambos padres.
No tengáis miedo!!!



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